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Miércoles 11.05.2022 - Última actualización - 19:38
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Fenómenos astronómicos | Por Claudio H. Sánchez

Eclipses

Eclipse. La luz procedente de un cuerpo celeste es bloqueada por otro cuerpo eclipsante. Crédito: Archivo El LitoralEclipse. La luz procedente de un cuerpo celeste es bloqueada por otro cuerpo eclipsante.
Crédito: Archivo El Litoral

Eclipse. La luz procedente de un cuerpo celeste es bloqueada por otro cuerpo eclipsante. Crédito: Archivo El Litoral

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Fenómenos astronómicos | Por Claudio H. Sánchez Eclipses

Claudio H. Sánchez (*)

 

El lunes 16 de mayo tendrá lugar el primer eclipse lunar del año. Uno de los fenómenos astronómicos más espectaculares que pueden observarse a simple vista, sin ayuda del telescopio. Los eclipses de luna ocurren cuando la Tierra se interpone entre la Luna y el Sol. En esas condiciones la Tierra proyecta su sombra sobre la Luna y la deja a oscuras. Ahí donde deberíamos ver la Luna Llena brillando bajo la luz del Sol solamente vemos un disco en sombras.

 

Los eclipses de Sol, todavía más espectaculares, ocurren cuando la Luna se interpone entre el Sol y la Tierra. Como cuando alguien se nos sienta delante en el cine y su cabeza nos tapa la pantalla, la Luna se pone delante del Sol y lo tapa. Los eclipses de Sol ocurren durante la Luna Nueva, cuando el Sol se oculta detrás de la Luna e ilumina su cara oculta. A lo largo de la historia los eclipses han despertado el interés de autores que, ocasionalmente, insertaron algún eclipse en sus obras.

 

Por ejemplo, en la primera edición de "Las minas del rey Salomón", del escritor inglés Henry Rider Haggard, los exploradores deben salvar a una mujer que está por ser sacrificada por los nativos y, previa consulta a un almanaque que registra un eclipse total de Sol para ese mismo día, el protagonista anuncia que apagará el Sol, como prueba de su poder. Cuando el eclipse se produce los nativos, impresionados, liberan a la mujer.

 

Esto de asustar a los nativos con un eclipse es un lugar común en la literatura de aventuras. Aparece, por ejemplo, en "El templo del Sol", una de las aventuras de Tintín. A punto de ser quemado en la hoguera por los incas, Tintín le advierte al jefe inca que la ejecución no es aprobada por el dios Sol. Y que, como prueba de ello, dejará de brillar durante unos minutos. Por supuesto, ocurre un eclipse (de cuya existencia Tintín había leído en el diario) y los incas, asustados, se apuran a liberar a los prisioneros.

 

También en "Un yanqui en la corte del rey Arturo", de Mark Twain, el protagonista aprovecha sus conocimientos del siglo XIX para dominar a los ingleses primitivos al predecir un eclipse. Esto no es sólo un recurso literario: lo hizo Cristóbal Colón en 1504 anunciando un eclipse de luna a los habitantes de Jamaica. Gracias a eso, se ganó el respeto de los nativos.

 

La historia registra también el caso opuesto: nativos invocando un eclipse para impresionar a sus conquistadores. En 1806 el gobernador del entonces territorio de Indiana, en Estados Unidos, tenía problemas con un jefe indio que se proclamaba profeta y desafiaba la autoridad de los colonos. El gobernador le envió una carta preguntándole si era capaz "de detener el Sol, alterar el curso de la Luna o hacer que los ríos dejaran de fluir". El jefe aceptó el desafío y anunció que el Sol se oscurecería y que las estrellas brillarían en pleno día. El eclipse se produjo según lo predicho y aunque no impresionó al gobernador, reforzó el prestigio del jefe entre los nativos. No se sabe cómo el jefe conocía la proximidad del eclipse, aunque es posible que el dato le haya sido suministrado por espías británicos.

 

Curiosamente, hay una incongruencia en el eclipse mencionado en la primera edición de "Las minas del rey Salomón". Al seguir leyendo nos enteramos de que la noche siguiente al eclipse hubo Luna Llena. Y, según quedó dicho, los eclipses de Sol ocurren durante la Luna Nueva. Cuando alguien le señaló a Rider Haggard esta incongruencia astronómica, el autor tuvo que imaginar alguna manera de resolverla. Por eso, en las siguientes ediciones de la novela, el eclipse es de Luna. Menos espectacular que uno de Sol pero, según ya había demostrado Colón, igualmente eficaz a la hora de impresionar a los nativos.

 

(*) Docente y divulgador científico.

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