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Miércoles 16.03.2022 - Última actualización - 10:29
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Por Susana Ibáñez

"Fases"

"Fases", de Carlos O. Antognazzi, Ediciones Tauro, cuentos, 2021, 139 pp.
Crédito: Gentileza

"Fases", de Carlos O. Antognazzi, Ediciones Tauro, cuentos, 2021, 139 pp. Crédito: Gentileza

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Por Susana Ibáñez "Fases"

Por Susana Ibáñez

 

El volumen titulado Fases, publicado por Carlos O. Antognazzi en Ediciones Tauro a fines de 2021, contiene nueve cuentos fechados entre marzo de 2002 y mayo de 2004 que trabajan sobre una rica serie de relaciones intertextuales a partir de los motivos cronotópicos del pozo, la montaña y el juego. Estos motivos recurren a lo largo de la colección como conjunciones espacio-temporales significativas y refuerzan así el tema del libro, el del vaivén de construcción y destrucción que desencadena el deseo.

 

En el primero de la colección, "Cul de sac", un hombre deprimido y puesto a cuidar a sus padres enfermos cava un pozo en medio del jardín como una forma de artesanía terapéutica: su psicólogo le sugirió que hiciera algo con las manos, y esa excavación replica una experiencia de infancia, cuando cavó para hallar el final de un palo de hierro. El pozo eventualmente se llena de agua de lluvia y logra, de una manera en principio impensada, que el personaje se deshaga de la posible causa de su depresión. El título alude a un callejón sin salida y metaforiza situaciones difíciles de resolver. Es así como se presentan la situación personal del protagonista y la del país, como la de condenados a una caída sin fondo, cada vez más enajenados. 

 

Las sinopsis, que suelen ser parte integral de una reseña de este tipo, fallan por su propia naturaleza: por definición no deben abundar en detalles, pero es justamente en los detalles donde se resuelve muchas veces la calidad de un texto. Eso ocurre, por ejemplo, en el segundo cuento, "La obra". A diferencia del primero, que desafía las convenciones de la primera persona, se narra en segunda persona. Un hombre interpela a una mujer que ya no aparece en su casa como solía hacerlo, por la noche, para conversar sobre arte, literatura y filosofía. Según este narrador, la conversación que sostenían ha ido adquiriendo el estatuto de una obra de arte, la relación en sí se ha vuelto análoga al arte y los encuentros podrían verse -él así lo desea- como escenas de una obra de teatro. En un giro metaficcional, le explica a su interlocutora que ese texto que le dirige es su intento de revisar, procesar y así enaltecer la conversación extinta para convertirla en arte.

 

En el cuento "Promesas incumplidas" toma nuevamente centralidad el motivo del pozo. Tvetan Todorov decía que la ausencia de signo o la duplicación del signo disparaban la interpretación. La recurrencia de este vacío en la tierra será, desde ahora, un vacío a llenar de sentidos. Un hombre y una mujer, en apariencia excompañeros de escuela, se encuentran ya adultos. Ella le dice que fueron juntos a la secundaria, pero él no la recuerda y sospecha de ella. No sabe quién es, y aun así se van acercando. Él la visita, ella le cuenta que estuvo cavando un pozo para hacer una pileta en el jardín trasero, la pareja se consolida. Con un final de anticlímax, el texto hace un envío a un cuento posterior del mismo volumen, "Al calor de la noche", donde el personaje principal descubre que alguien lo sigue y comparte su temor con la mujer. Su perseguidor finalmente le revela que ella es una asesina serial y lo previene ante el peligro que corre, porque ella en el pasado enterró a sus víctimas en un pozo en el jardín. Estos dos cuentos, a su vez, se relacionan con otro publicado en Al Sol (Lux, 2002), "Rito lunar", conformando una trilogía que refuerza la importancia del motivo del pozo y de la psicopatía, ambos presentados como realidades de los personajes más comunes, los de apariencia más corriente. En este punto de la lectura empezamos a preguntarnos, entonces, por los sentidos de estos pozos donde van a parar los personajes que no se adecuan a las expectativas de quienes los cavan, y de los desarreglos psicológicos que llevan a empujar a ese fondo a quienes se resisten al mandato del deseo. 

 

Luego el libro da un giro: el cuento "Fases" introduce un nuevo espacio simbólico, el de la montaña, y una nueva estructura: no se trata ahora de la del crimen o el misterio a resolver, sino la de un viaje con matices míticos. Oquendo, protagonista del cuento, sube a la montaña y se encuentra con Saya, de quien se enamora. Vive un tiempo en la aldea de esta mujer sin comprender dónde está la razón de los ancianos para enviarlo en esa dirección. Sueña con una escena que vivirá al final del cuento, cuando comprenda el sentido de su viaje y la naturaleza de su destino. Este texto resuena con elementos de la leyenda y con intertextos que remiten a relatos de pasajes de la vida a la muerte. El motivo de la montaña reaparece en "Trekking de verano", donde padre e hija emprenden un ascenso a pie para acampar en un lugar que tiene una gran significación para la familia. El padre organiza ese viaje porque sabe que ella está creciendo y teme su inminente independencia. Con dificultad le expresa su cariño, que ella retribuye. Nuevamente encontramos aquí la montaña como lugar del conocimiento, y volveremos a ver este motivo en "Los Tacuara", cuento urbano donde la elevación de la montaña toma la forma de un edificio. Un trabajador de radio descubre un grupo de personas que viven ocultas en el edificio donde funciona la radio donde trabaja. Se refugian en un sector cerrado al público. Su actitud hacia ellos es primero de rechazo, pero con el tiempo se familiariza con su forma de vida y empieza a valorar lo que han construido en ese espacio. Se siente mejor entre esos extraños que entre sus familiares, con sus días apurados a nivel del suelo, poco conscientes de la vida a la que se han condenado.

 

Los motivos del pozo -con la destrucción del reticente- y de la montaña -con la elevación al conocimiento- se completan con el motivo del juego como puesta en escena del caos y la muerte. En "La vida es un carnaval", un grupo de amigos va a pasar unos días a una ciudad donde se festeja el Carnaval con carrozas y comparsas, y la monstruosidad de las máscaras de a poco se traslada a las personas y a sus comportamientos. En un escenario de sexo, violencia, desorden, se exacerba la peripecia y los personajes se precipitan hacia el caos. En "Las vías y después" se rememora un juego de niños en las vías del tren, el de poner monedas en el riel para que el tren las aplane. Uno de los chicos es más arriesgado y tiene un accidente. Para esquivar el castigo, el protagonista les dice a los padres que no lo conoce. De adulto, se casa con quien en aquella época era la novia del chico accidentado. 

 

Los cuentos de este volumen, en consonancia con el estilo de Antognazzi, comparten una alta calidad dramática, se inclinan hacia la peripecia y a la vez descansan en reflexiones de índole filosófica. Los protagonistas, todos masculinos, se caracterizan por la falta de equilibrio psíquico, el desapego y la dificultad para la comunicación, al punto de parecer espectadores de sus propias historias. Algo notable de este libro es que el vaivén entre la locura y la iluminación, entre el amor y la muerte, el caos y el orden planteado en la colección va acompañado de un paratexto que contribuye a fijar y desambiguar: las fechas que datan la escritura y las explicaciones sobre orígenes, antecedentes, premios y publicaciones previas incluidas en "Los textos", comentario con el que autor suele cerrar sus publicaciones, además de acompañar la interpretación y de historizar los cuentos, amplían la conversación que se inició en la ficción a un diálogo más abierto, el que se establece entre Antognazzi, su propia obra y la de otros escritores. Este libro se suma a una extensísima lista de publicaciones del autor, que ha logrado edificar una obra variada y singular sobre un estilo fundado en la precisión del lenguaje y la profundidad de las ideas.

 

 

Los motivos del pozo -con la destrucción del reticente- y de la montaña -con la elevación al conocimiento- se completan con el motivo del juego como puesta en escena del caos y la muerte. 

 

Los cuentos de este volumen comparten una alta calidad dramática, se inclinan hacia la peripecia y a la vez descansan en reflexiones de índole filosófica. 

 

El vaivén entre la locura y la iluminación, entre el amor y la muerte, el caos y el orden, va acompañado de un paratexto que contribuye a fijar y desambiguar.

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