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Miércoles 07.06.2017 - Última actualización - 12:50
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Navegando a la deriva

La Sibylle, Vogue y Milagros


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Navegando a la deriva La Sibylle, Vogue y Milagros

 

 

Por Ignacio H

 

La avenida Karl Marx recorre 2 kilómetros en Berlín, en lo que era la parte oriental. El café Sibylle está desde 1953 sobre las terrazas de ese bulevar de casi 90 metros de ancho; en sus muros hay imágenes de lo que fue la construcción de los edificios del monumentalismo soviético de posguerra, concebidos para albergar “palacios para los obreros”.

 

El café lleva desde su origen el nombre de  la mujer sabia y profética de los antiguos; Sibylle nominaba también la portada de la revista de Alemania Oriental que era considerada el equivalente de la “Vogue”, tal vez para dejar en claro que los valores de aquél lado del muro eran superiores al esteticismo consumista de occidente, disparado tras la finalización de la Segunda Guerra. 

 

Las anchas calzadas eran parte del escenario para los grandes desfiles del aparato de propaganda. Las obras fueron febriles tras la división de Alemania, pero se vieron interrumpidas por una trágica curiosidad histórica: una huelga de trabajadores contra el gobierno comunista por mejores salarios. El régimen la sofocó con tanques y tropas; 125 de los obreros que construían sus casas, terminaron muertos el mismo año en el que abrió el café.

 

A Jujuy el monumentalismo se lo dan las montañas; las modestas casas de la Tupac Amaru tienen sin embargo en sus tanques una uniformada pretensión propagandística: todas llevan el sello distintivo de la “cooperativa de” Milagros Sala. Y a semejanza de lo que pasaba en Alemania Oriental, los obreros que construyeron las unidades habitacionales con sus manos -y gracias a fondos públicos- no son dueños de esas propiedades. Nunca les entregaron títulos de propiedad.

 

Gabriel Levinas relata -en la edición del lunes 5 en Clarín- “Muerte tras la golpiza de Milagro Sala a un militante”. Lucas Arias  era un dirigente de la Corriente Clasista y Combativa que en 2006 fue al ministero de Tierra y Vibienda de Jujuy con la ilusión de conseguir fondos para hacer casas; en el despacho oficial lo encontró Sala, que “con la culata de un revolver le dio varios golpes en la cabeza. Cuando se cansó, siguieron sus hombres”.

 

Arias se murió seis meses después. El parte médico dice que fue por “leucemia”; la causa por agresiones está en curso en la justicia mientras Levinas investiga qué pasó con la mitad de los $ 1.500 millones que Salas recibió y que son casas que faltan. No leí sobre la preocupación de los organismos de derechos humanos sobre todo esto,  tampoco me enteré de reclamos de la UOCRA por trabajadores que cobraban menos que un salario mínimo y que sin embargo tuvieron más miedo que aquellos trabajadore de la avenida Marx.   
 

 

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