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Viernes 06.11.2020 - Última actualización - 9:32
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La historia de un evento único

Coronda: desde hace 61 años el país de la frutilla

Una vez más, la ciudad celebrará y rendirá tributo a su producción mas tradicional desde principios del siglo XX. La cabecera del departamento San Jerónimo se prepara para celebrar una nueva fiesta de su cosecha mayor, en esta oportunidad en forma virtual. Una vez más Coronda escribirá otra memorable página en la historia de su vida cotidiana y social, aunque esta vez a distancia.


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La historia de un evento único Coronda: desde hace 61 años el país de la frutilla Una vez más, la ciudad celebrará y rendirá tributo a su producción mas tradicional desde principios del siglo XX. La cabecera del departamento San Jerónimo se prepara para celebrar una nueva fiesta de su cosecha mayor, en esta oportunidad en forma virtual. Una vez más Coronda escribirá otra memorable página en la historia de su vida cotidiana y social, aunque esta vez a distancia.

 

Alfredo Ceballos | [email protected]

 

Se sabe que algún tiempo atrás, los naranjales reinaban en el paisaje de la ciudad y la región. Sin embargo, hoy es reconocida por la producción frutillera, su gran motor económico, aunque no esta aislada de la problemática actual que sufren las economías regionales en el país.

 

Claro esta que no solo en esta ciudad y sus alrededores se cultiva frutillas. Actualmente se han incorporado distintos puntos del país, zona litoral, Tucumán, sectores de la provincia de Buenos Aires han intensificado la producción de la fruta agridulce. Pero no menos cierto es que por tradición, este es el lugar por excelencia de su siembra.

 

 

A pesar de las circunstancias por la pandemia, los fenómenos climáticos, Coronda palpita una nueva edición de la Fiesta nacional de la Frutilla con elección y coronación de la nueva soberana y show musicales que podrán ser seguido por redes sociales y canales de televisión locales y provincial. Es decir, esta edición puede ser vista en distintos lugares del país y del exterior, Coronda en los ojos del país y del mundo. El evento cuenta con una nutrida agenda de propuestas que tendrán al fruto como protagonista excluyente.

 

La fiesta de la frutilla se realizo por primera vez en el año 1946, gracias al impulso de la Sociedad Cooperativa de Agricultores y algunos vecinos del lugar que deseaban mostrar al país el fruto de su dedicación al trabajo.

 

Ellos creyeron que era el momento de crear una fiesta que celebrara el esfuerzo de los quinteros locales, quienes afianzaban el progreso y la identidad del pueblo a través de la constante producción frutillera. Porque la tierra generosa les daba la oportunidad de recoger un fruto único, por su aroma, su color y su sabor. La frutilla corondina ya era reconocida en todo el país, pero faltaba el homenaje colectivo, para trasvasar los propios limites y llegar a otros lugares inesperados. Y nada mejor que organizar la Gran Fiesta en las calles y coronarla en la Plaza Principal, frente a la Escuela Normal, donde residía en aquellos tiempos, el centro de todos los acontecimientos institucionales. Con el paso de los años, la ceremonia se desplazo a orillas del rio, sobre la costanera que los parroquianos elegían para pasear o tomar un merecido descanso, con el mate, o la cerveza, según la época del año.

 

Foto: Fernando Nicola

 

Cuenta el escritor y poeta Cesar Biso…La historia nos cuenta que en noviembre de 1957 la voz de Werfil Castro anunciaba el nombre de la primera reina corondina y las lágrimas de Cledys Blanco descendían sobre sus mejillas. Al costado, Eduardo Alfonso Acosta observaba con una sonrisa pequeña que protegía la modestia del principal hacedor de aquel nuevo experimento sociocultural.

 

El locutor leía las glosas inspiradas por el poeta y todo el público aplaudía con orgullo porque se sentía parte de ese relato, de esa historia, de esa maravillosa cadena de metáforas donde el paisaje se integraba al hombre y luego se expandía por el agua, la isla, el horizonte, el cielo infinito. La magia de la palabra, la belleza de las soberanas, la calidez de un pueblo y la consagración del fruto prodigioso en una fiesta de trascendencia nacional. El reconocimiento esperado después de tanto esfuerzo. Por aquel entonces Coronda ya disfrutaba de los poemas de José francisco Cagnin y ese mismo año había recibido con beneplácito la primera edición de los cuentos de Leopoldo Chizzini Melo, inmortalizando a dos intrépidos niños; Tacuara y Chamorro.

 

Foto: Archivo

 

 

La comunidad acompañaba con fervor el quehacer cultural de su gente, por eso no es extraño que aquella idea primigenia de aquel grupo de entusiastas precursores se afianzara en un evento de significancia. Solo faltaba como hacerlo y es allí donde surgió Acosta con su enjundia, diagramando el colorido desfile de carrozas por calle San Martin, el gran palco elevado al borde del rio, frente a él, una agradecida platea dispuesta a disfrutar largas noches de emoción y alegría. Todo es recuerdo, pero también todo es presente y futuro (sin pandemia).

 

“Son las frutillas del crepúsculo/el corazón del hombre/ que se vuelca en el hijo/ como el trigo en el pan/, dice Cagnin en versos que simbolizan el entrecruzamiento de emociones, esfuerzos y anhelos que un pueblo potencia desde la riqueza del pequeño fruto rojo. Por eso Coronda lo celebra. Porque la fascinación perdura.

 

Foto: El Litoral

 

Fachy: un símbolo productivo en la región

 

Desde mediados de la década del 50’ “Fachy” se ha convertido en un símbolo productivo y de referencia en Coronda y la región. Creada por Ángel “Anyulin” Fogliati, hoy la cuarta generación de la familia continúa con el crecimiento de la empresa líder en el rubro de pulpas para helados y yogurt.

 

Bruno Fogliati habló de los inicios de la firma. “La empresa nace como “Anyulin” por el apodo de mi abuelo Ángel Fogliati, quien llegó en el año 1955 a Coronda, ya con los conocimientos necesarios para instalar una industria. La fábrica se va desarrollando a lo largo de los años, hasta que en la década del 70’ empieza un cambio, una nueva moda con el tema de las pulpas para heladerías. Una industria líder en Buenos Aires, en ese momento única en el país, es la que le encarga hacer las pulpas para heladerías a nuestra empresa, y a partir de ese momento es que empieza la tradición de hacer las pulpas de frutas para heladerías además de los dulces que tradicionalmente venimos elaborando desde 1955. El hecho de hacer las pulpas para los helados ya quedó como una tradición y lo seguimos haciendo y hoy somos referencia no solo en la ciudad de Coronda sino también a nivel regional, provincial y nacional”.

 

En este sentido manifestó que en el último tiempo la elaboración de pulpas se transformóe en casi el 90 % de la producción principal que tiene la empresa. “Actualmente estamos transitando la cuarta generación de dulceros, prácticamente hoy la parte de dulce se ha dejado de lado, casi el 100 % de nuestra producción se ha dedicado a la elaboración de pulpa para helados. Pero también desde hace un par de años incursionamos en la parte de repostería. En pulpa para repostería, pero también en otros accesorios y productos que demanda la repostería, como por ejemplo: salsas de caramelo, caramelos líquidos, pastas para decoración de tortas y necesitamos ir ampliando el sector dedicado a esa producción dentro de la empresa. Nos estamos enfocando fuertemente en el rubro de repostería”.

 

Fogliati aclaró que desde hace 11 años están exportando parte de la producción. “Cada 45 días estamos enviando mercadería al exterior, principalmente a Paraguay. Se está exportando pulpa para yogurt que es otro rubro en el cual estuvimos incursionando, dado que es un producto muy demandado en el exterior. Pero también en los últimos tiempo lo hemos extendido algunas empresas lácteas de nuestro país, principalmente a Mendoza y Córdoba”.

 

Fachy compra la producción de frutillas (un 90 %) en Coronda y la región. Pero además se abastece de otras frutas como durazno (de Mendoza); arándanos (de Entre Ríos); frutos rojos del sur argentino; ananá de (Brazil) y manzana de Río Negro.

 

“Si bien estamos utilizando una variedad importante de frutas, el 60 % de lo que se elabora es frutilla. Estamos ampliando los rubros y tratando de estar al día con las novedades que el cliente necesite, la demanda va cambiando a cada momento. La tecnología, o los gustos del cliente en el área de yogur van cambiando y uno se tiene que mantener actualizado”.

 

Ampliando horizontes

 

Desde Fachy confían en seguir creciendo en el mercado internacional, pero como ocurre en otros rubos la falta de financiación demoran esa posibilidad.

 

“Posibilidades de seguir exportando a otros mercados que no sea Paraguay se puede, pero existen ciertos inconvenientes que no nos permiten concretarlo. Por ejemplo exportar a Brasil no sería ningún problema, pero para eso se necesita una cierta financiación, que en este momento y creo que en ningún momento del país existió. Nunca existió una prefinanciación de exportaciones, para aumentar el volumen y conquistar mercados necesitamos de financiamiento. Se podría aumentar la exportación tranquilamente pero necesitamos herramientas que nos faciliten esa tarea”.

 

Foto: Fernando Nicola

 

 

Tiempo de aromas distintivos

 

La memoria siempre nos nutre de fuertes emociones. Recuerdo aquellas tardes primaverales de los sesenta, cuando la cosecha se hacía más intensa y los cajones repletos de frutos rojos transitaban desde las quintas a los galpones. Entonces el pueblo respiraba un aroma de azahares y frutillas que impregnaba las calles de arena. Para nosotros aquel tiempo era pura felicidad. Representábamos a un grupo de niños de ocho a diez años. Nos reuníamos en la plaza Urquiza después de la siesta.

 

Como íbamos a la escuela por la mañana, hacíamos las tareas después de almorzar y nos quedaba la tarde libre. Pero más allá de pensar en juegos, nuestra premisa era rumbear hacia el galpón de los Galeano, sobre calle Rivadavia, detrás del edificio comunal, con la finalidad de participar en el tradicional destronque. Una larga cinta mecánica atravesaba aquel espacio y nosotros ubicados a los costados, viendo pasar las frutillas y tomando una por una para remover el tallo y volverlas a colocar sobre la cinta. La labor duraba apenas un par de horas, pero lo más preciado para nosotros era la recompensa, porque esa donación de monedas alcanzaba para adquirir algunos paquetes de figuritas y una bocha de helado al agua.

 

Después, a la tardecita, comenzaba la ardua batalla en la vereda para ver quien arrojaba la figuraba ganadora por encima de las otras. Alguna vez escribí un poema que relata aquella vieja ceremonia. Transcribo un mínimo fragmento: … “el arte de quitarles el tallo, endulzar nuestras manos, / es todo un regocijo…” Y culmina: …“somos niños de pueblo, enrojecidos de inocencia…”. Indudablemente, aquel ritual frutillero significó la diversión sin culpa de un grupo de niños, en algunas tardes de octubre, anticipándose a la fiesta del mes siguiente. Además, representó una bella época, donde la vida pesaba menos y la gente confiaba más.

 

Creo que no somos más que la idea que nos hacemos de nosotros mismos, pero quienes pintamos canas conservamos mansamente este sentimiento genuino que representa, para Coronda, su tiempo de típicos aromas y sabores. Y donde la felicidad aún se refleja en el agua de la nostalgia.

 

César Bisso (*)

Edición Impresa

El texto original de este artículo fue publicado en nuestra edición impresa.
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