El policía está acusado de no haber custodiado la escena del crimen. "La orden me llegó doce horas después de que el lugar había sido adulterado", aseguró.
Crédito: Mauricio Garín
Julián Nizzo tiene 47 años y es padre soltero de una mujer que también es policía. Él es comisario supervisor y cuando ocurrió el crimen de Hugo Oldani, durante el verano de 2020, tenía una carrera prometedora. En ese momento ocupaba el cargo de jefe de la Primera Zona de Inspección y tenía bajo su responsabilidad a la Comisaría 1a, además de la 3a y las de Alto Verde y El Pozo. Con 25 años de experiencia en la fuerza, estaba entre los primeros candidatos para llegar a subdirector. "A mí el caso Oldani, independientemente de la tragedia por la muerte de este señor al que no conocía, me destruyó. Las consecuencias fueron ataques de pánico, depresión, problemas físicos, el vértigo, sentirme perseguido y espiado. Todo eso lo sufro hasta el día de hoy. Estoy bajo tratamiento psicológico y psiquiátrico. Quiero trabajar y no me dejan. Me costó dos años poder hablar. Escuché tanta mentira. Tanto periodista disfrazado de perito que no tiene ni idea", disparó en el inicio de la entrevista.
Al recordar el momento del impactante homicidio, ocurrido en la zona céntrica de la capital provincial y a plena luz del día, puntualizó: "Esa tarde yo estaba en mi casa escuchando la frecuencia policial. Me avisan del hecho de sangre que había pasado en jurisdicción de la Seccional 1a e inmediatamente alerté a todo el mundo. El 'investigador' (responsable policial de la investigación – RPI) fue al lugar para hacerse cargo de la escena".
"Yo tenía un buen grupo de trabajo -agregó Nizzo-, muy aceitado y efectivo. A los diez minutos, nosotros ya conocíamos la patente del auto en el que había escapado la banda, el Toyota Corolla blanco, gracias a las cámaras de vigilancia de un negocio cercano. Con mi auto me fui en busca de estas personas. No es frecuente usar el vehículo particular, pero lo hice por la urgencia, el frenesí del momento. Cargué a cuatro efectivos y avisé al 911 para emprender la búsqueda. El RPI estaba en el lugar. Yo me aboqué a perseguir a los sospechosos. No había mucho por hacer en el lugar del hecho. Nos íbamos a amontonar y se podía contaminar la escena. Era mucho más productivo tratar de ubicar a los responsables. Al poco tiempo ya habíamos encontrado la casa del dueño del auto y nos apostamos en las inmediaciones para esperar a que aparezca.
"El RPI me avisó a las 21 de ese día que la escena quedaba en manos de la Agencia de Investigación Criminal. Es decir que desde ese momento la preservación del lugar no era responsabilidad de la Unidad Regional I, no era mi responsabilidad. Recién a las 9 de la mañana del día siguiente, la fiscal (de Homicidios Cristina Ferraro) me da la orden de establecer una custodia y así lo hice inmediatamente, pero para ese entonces la escena ya había sido adulterada, porque por la noche habían concurrido al lugar la funcionaria del Ministerio Público de la Acusación y algunos funcionarios de la AIC".
Nizzo levantó finalmente la custodia a las 18 del miércoles 12 de febrero. "Tenía necesidad de gente, porque era febrero, en plena pandemia y con mucha gente de licencia. Sólo tenía dos efectivos en la Comisaría 1a para dar respuesta a 200 mil personas que viven en la jurisdicción. Llamé a la AIC y me dijeron que ya habían hecho todas las pericias. Llamé en dos oportunidades a la fiscal, pero no me atendió. Entonces le solicité a mi jefe terminar con la vigilancia y así fue", relató.
El funcionario policial sostiene que actuó según el protocolo y la forma habitual en que se trabajaba en estos casos.
"A mí, los medios y los funcionarios me hicieron responsable penal de lo ocurrido. Yo nada tenía que ver. Fui siempre el chivo expiatorio. Funcionarios amigos me dijeron que "el hilo siempre se corta por lo más delgado. Después de esto, me sacaron de la primera zona. Me pusieron en Jefatura. Terminé siendo la 'manzana podrida del cajón'. Nadie quiere trabajar conmigo porque soy "el policía del caso Oldani. Con mi trayectoria. Todos saben quién soy yo", se quejó.
Nizzo es docente de Criminalística en el ISEP, institución en la que se forman los policías. "La directora de la investigación es la fiscal. Tiene la tutela investigativa y del lugar. La fiscal no tendría que haber entrado, porque se pueden borrar, agregar o quitar evidencias del lugar del hecho. Todo lo que se hizo o no se hizo en ese momento no era responsabilidad de la URI. Era de la funcionaria y los funcionarios de la AIC que fueron con ella", afirmó.
"Hubo medios que me escracharon, con mi nombre, mi DNI, mi dirección, mi teléfono, mi foto. Me hicieron responsable de todo en una gran mentira que le sirvió a algunos. Fui un chivo expiatorio, el fusible. Hubo funcionarios judiciales y policiales que hicieron todo mal en la escena del hecho".
Confiado
Nizzo confía en que finalmente se va a hacer justicia en su caso. "Espero que el hilo se deje de cortar por lo más delgado. Que pague el que tenía la responsabilidad. El caso Oldani me hizo pedazos. No tengo responsabilidad de ningún tipo, pero estoy pagando un abogado que me defiende penalmente y otro que lo hace en la parte administrativa. A esos gastos se suman los otros por cuestiones médicas", se lamentó el policía.
En la mira
La justicia está investigando presuntas irregularidades cometidas por la fiscal que tenía a cargo el caso, la doctora Cristina Ferraro, quien enfrenta un proceso disciplinario. Es que la funcionaria le habría permitido a familiares de la víctima ingresar a la escena del crimen, de donde habrían retirado una importante suma de dinero en dólares y pesos, pocas horas después del asalto. Concretamente, la hija de Hugo Oldani y su marido fueron acompañados por la fiscal y por efectivos de la Agencia de Investigación Criminal hasta el lugar.
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