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Martes 03.05.2022 - Última actualización - 8:34
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Argentina en México 86

La increíble historia de las camisetas de la Selección que terminaron gastadas en los potreros de Santa Fe

El miércoles será la subasta histórica de la camiseta que Diego Maradona usó ante los ingleses. Hay cuatro camisetas y un short de aquella Selección que terminaron en un hogar de la ciudad. "Hilo a hilo se desgastaron transpirándose en las canchitas de cada barrio, como hubiera querido el Diego", dice hoy su benefactor, Ripke.

Reliquia. Debajo de Maradona, quien aparece es el santafesino Gustavo Ripke, vistiendo una de las camisetas de la selección nacional que trajo a Santa Fe.   Crédito: Archivo Reliquia. Debajo de Maradona, quien aparece es el santafesino Gustavo Ripke, vistiendo una de las camisetas de la selección nacional que trajo a Santa Fe.
Crédito: Archivo

Reliquia. Debajo de Maradona, quien aparece es el santafesino Gustavo Ripke, vistiendo una de las camisetas de la selección nacional que trajo a Santa Fe. Crédito: Archivo

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Argentina en México 86 La increíble historia de las camisetas de la Selección que terminaron gastadas en los potreros de Santa Fe El miércoles será la subasta histórica de la camiseta que Diego Maradona usó ante los ingleses. Hay cuatro camisetas y un short de aquella Selección que terminaron en un hogar de la ciudad. "Hilo a hilo se desgastaron transpirándose en las canchitas de cada barrio, como hubiera querido el Diego", dice hoy su benefactor, Ripke. El miércoles será la subasta histórica de la camiseta que Diego Maradona usó ante los ingleses. Hay cuatro camisetas y un short de aquella Selección que terminaron en un hogar de la ciudad. "Hilo a hilo se desgastaron transpirándose en las canchitas de cada barrio, como hubiera querido el Diego", dice hoy su benefactor, Ripke.

La prensa deportiva mundial tiene por estas horas los ojos puestos en lo que ocurrirá el miércoles cuando sea subastada la camiseta que -todos dicen- es la que vistió Diego Armando Maradona aquel 22 de junio de 1986, día histórico en el que le convirtiera dos goles a Inglaterra, durante el Mundial en México. Uno con la mano "de Dios". El otro con la zurda inmortal, tras apilar a medio equipo. El gol más grande de la historia del fútbol.

 

A esa camiseta se la quedó el delantero inglés John Barnes, tras intercambiarla con Maradona una vez finalizado el partido. Barnes la colgó en su casa durante mucho tiempo, más tarde la llevó a un museo. El miércoles próximo la camiseta será subastada en una cifra que amenaza ser inédita. En paralelo, hay otras camisetas de aquella Selección campeona que guardan una historia cercana, bien nuestra, las camisetas campeonas que terminaron en Santa Fe.

 

Era el ex jugador de Colón y Boca Juniors, el santafesino Gustavo Ripke, quien acompañó a aquella selección nacional durante la campaña del último campeonato mundial obtenido por Argentina. El mismo Ripke es quien aparece en la recordada fotografía dando la vuelta olímpica en el estadio Azteca junto a Diego Maradona. Y luce en el retrato una de esas camisetas, la número 17. Alguna vez recordó aquel día en las páginas de El Litoral.

 

Foto: Gentileza

 

La historia fue así: "El primer día que llego a México, me voy a la concentración y me encuentro con Daniel Romeo, tío de Bernardo Romeo. Ni bien estoy ahí me pregunta si tenía algún plan y le digo que no tenía nada programado. Entonces me dice: "Mirá Flaco, acá ni bien termina de practicar la selección, vamos a jugar contra alguien o entre nosotros. Y quiero que vos vengas". Al día siguiente vuelvo y presento el carnet de periodista, me dicen que no, que estaba prohibido, que podía ingresar únicamente los días de conferencia. Explico la situación y me preguntan nombre y apellido, van hasta una garita y traen una planilla y me piden el número de documento. Estaba anotado como una de las personas que podía entrar todos los días a la concentración, aunque tuviese el carnet de periodista. Imaginate, era un triunfo. Salvo un par de días, estuve todos los días allí con el plantel, recordó Ripke en una conversación con Enrique Cruz, que devino en la publicación en El Litoral antes mencionada.

 

"Con Diego tengo un montón de fotos porque aprovechaba para sacarme después de cada entrenamiento. El utilero me dejaba la 20 de Tapia, la camiseta de Pasculli, la de Borghi, camisetas de entrenamiento, etcétera, porque el utilero me decía: "Vos fuiste jugador y la vas a saber valorar". Así fue como Ripke se quedó con varios de esos objetos tan preciados. Pero, ¿qué pasó después?

 

El santafesino Gustavo Ripke. Foto: Gentileza

 

Con la camiseta en el pecho

 

"Cuando mi viejo volvió de México, lo primero que hicimos fue abrirle la valija", dice hoy Javier Ripke, en diálogo con El Litoral. "Se la dimos vuelta y con mis hermanos (Daniel y Andrés) nos peleábamos para ver quién agarraba qué camiseta. La 4 azul que usaba Borghi, la 17, de Pasculli, la de Burruchaga. Además de las camisetas había un short con el número 20, del "Chino" Tapia. Tenía el número bien ancho, era hermoso. De tanto usarlo, el elástico ya no apretaba y se me caía. Entonces le buscábamos la vuelta para atarlo y poder seguir usándolo (risas). No tomábamos dimensión de lo que teníamos".

 

Histórica. En la foto, Gustavo Ripke junto a Diego Maradona, en uno de los picaditos que se armaban en la cancha auxiliar del predio de concentración del América, en México 86. Luego el 10 le dedicó el retrato. En la imagen se ve parte de la vestimenta que luego Ripke se trajo a Santa Fe. Foto: Gentileza

 

"Había una Le Coq Sportif azul oscuro con agujeritos hechos con tijera. Se los habían echo para entrenar por el calor que hacía en México. La usábamos para todo. Era la primera opción de camiseta a la hora de ir a jugar un partidito donde sea. No es que la teníamos guardada, la traspirábamos, la gastamos. Mis amigos me la pedían prestada un ratito y yo se las prestaba contento", dice Javier. 

 

Le Coq Sportif había confeccionado para el Mundial de México una indumentaria a base de una tecnología denominada Air-Tech, conocida como "panal de abeja". Era una camiseta con decenas de orificios minúsculos que evitaban que la transpiración se acumulara y que, con el paso de los minutos, sumara un peso adicional. Pero las camisetas suplentes eran más gruesas y pesadas. Por eso las habían agujereado.

 

Otra. El mismo día del picadito en México, acá, Ripke junto al "Cabezón" Ruggieri. Foto: Gentileza

 

Gastadas de tanto potrero

 

"Es todo un tema cuando se habla de la subasta de este tipo de camisetas", confiesa ahora Daniel Ripke, otro de los hijos de Gustavo, otro benefactor de aquellas camisetas en su adolescencia. "Fueron rememoradas en cada desafío, hilo a hilo se gastaron transpirándose en las canchitas de cada barrio, como hubiera querido el Diego", dice Daniel para explicar el destino final que tuvieron de las casacas de la Selección campeona del mundo.

 

Los Ripke vivían en el centro de Santa Fe. Por eso jugaban con sus amigos en las canchitas del Colegio Nacional, sobre calle Urquiza y Salta; de la escuela Sarmiento, frente a la Plaza San Martín; o en la canchita de la Catedral Nueva -en frente-, a donde luego se construyó un anfiteatro; entre otros campitos de la época. Y allí lucían estas camisetas llenas de historia.

 

"Uno piensa: no la cuidé, no la guardé ni la puse en un cuadrito. Lo que pasa es que éramos pibes, adolescentes, y no dimensionábamos lo que teníamos. Con mis hermanos y mis amigos jugábamos todo el día al fútbol y de repente nos llegan las camisetas de los jugadores que ganaron el mundial. Imaginate eso. ¿Cómo hacés para no calzarte la remera? Yo quería mostrarle a todo el mundo lo que tenía. Imposible guardarla en un cajón", dice Daniel y vuelve a ser un niño.

 

Retrato. El santafesino Gustavo Ripke (de pie) junto a Diego Maradona, Pedro Pablo Pasculli y Hugo Maradona, hermano del 10. Foto: Gentileza

 

 

Orgullo

 

"Teníamos que mostrarla en cada partido, llevarla a donde sea. Y cuando caías a un partido con la gloria puesta en tu pecho, las camisetas con las que hacía unos meses la Selección había dado la vuelta olímpica, imaginate cómo se ponía la gente", recuerda Ripke. 

 

"La celeste y blanca era de una tela bien livianita, apenas calada, bien de verano. La otra era la azul, que era de una lycra pesada. A esa la usaban para los entrenamientos y les hicieron agujeros para que respiren", dice Daniel. 

 

A las camisetas "las usamos mis hermanos (Javier y Andrés) y yo hasta gastarlas, porque no perdimos oportunidad para vestirlas. No dimensionábamos que con el tiempo iban a tener muchísimo valor. Al valor lo disfrutamos muchísimo en cada partidito (risas). Y ahora cada vez que aparece una noticia así (como la de la subasta de la histórica camiseta de Maradona) uno se lamenta, pero al mismo tiempo se enorgullece. La historia fue así. Abrías el cajón de las remeras y era la primera opción que estaba ahí, lista para usar".

 

"La verdad, hoy lamento no tener más esas camisetas. Pero te puedo asegurar que las disfrutamos -agrega Javier-. Todos los chicos de mi barrio se pusieron alguna vez la camiseta que usó la Selección Argentina cuando salió campeona del mundo en México 86", remató orgulloso, "vos la usaste una tarde", le dice a quien firma este artículo. Así fue.

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