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Martes 12.04.2022 - Última actualización - 10:24
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En Santa Fe

Una exposición de autos antiguos hizo lucir con "encanto retro" a la Estación Belgrano

Había también motos de principios del siglo XX, colectivos y hasta un coche fúnebre. La pasión fierrera dijo presente; además, el confinamiento pandémico sirvió para muchas restauraciones de vehículos clásicos y antiguos. "¡Mi abuelo andaba en un Torino como ése!": el evento activó la nostalgia en muchos curiosos que asistieron.

Un papá con su hijo se sacan una selfie con la Un papá con su hijo se sacan una selfie con la "vedette" de la muestra: un auto Stoddart Dayton de 1912.
Crédito: Flavio Raina

Un papá con su hijo se sacan una selfie con la "vedette" de la muestra: un auto Stoddart Dayton de 1912. Crédito: Flavio Raina

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En Santa Fe Una exposición de autos antiguos hizo lucir con "encanto retro" a la Estación Belgrano Había también motos de principios del siglo XX, colectivos y hasta un coche fúnebre. La pasión fierrera dijo presente; además, el confinamiento pandémico sirvió para muchas restauraciones de vehículos clásicos y antiguos. "¡Mi abuelo andaba en un Torino como ése!": el evento activó la nostalgia en muchos curiosos que asistieron. Había también motos de principios del siglo XX, colectivos y hasta un coche fúnebre. La pasión fierrera dijo presente; además, el confinamiento pandémico sirvió para muchas restauraciones de vehículos clásicos y antiguos. "¡Mi abuelo andaba en un Torino como ése!": el evento activó la nostalgia en muchos curiosos que asistieron.

A medida que uno se acercaba a la explanada de la Estación Belgrano, la mirada iba siendo cautivada de a poco. Allí, como "llamadores" de curiosos, estaban un colectivo Magirus Deuzt modelo 1977; un Ford del '30, que se parecía a ésos autos que se ven en las películas de gánsters, color bordó oscuro y techo negro; y un Fiat Spider del '70 que, de tan bien cuidado que estaba, hasta James Bond lo conduciría. La gente iba entrando al edificio patrimonial sin imaginarse lo que le esperaba. Pero, ¿qué era toda esa pasión fierrera junta?

 

Era la Primera Exposición Estática de Autos y Motos 2022 realizada en la ciudad de Santa Fe en esta etapa "post pandemia". Dentro de la Belgrano había más de 140 autos, motos, colectivos y camiones de distintas épocas -antiguos y clásicos- que le estaban rindiendo tributo a ese "encanto retro" de otros tiempos. Mil historias silenciosas aguardaban, y ahí estaban los propietarios de los vehículos para narrarlas.

 

"Grande Chueco por lo que hiciste. El Chueco y el Flaco nacieron el 24 de junio". La orgullosa dedicatoria era del "Flaco" Hugo Balbi al gran Juan Manuel Fangio, el "Chueco", el más grande corredor de todos los tiempos, según los que saben. El auto donde estaba la inscripción era un Chevrolet Coupé TC de 1948, de carrera. "¡Qué joyita!", exclama en voz alta un hombre, asombrado por esa pieza automotriz. 

 

El camioncito de la Cervecería Santa Fe, otra pieza histórica que debía estar.

Foto: Flavio Raina

 

Al entrar a la Belgrano, a la bienvenida la daba un imponente y lujoso Stoddart Dayton de 1912. La gente se amontonaba allí para sacarse fotos, y ése era el principio del atractivo convite. Por la izquierda, una hilera de autos antiguos de la década del '30 y '40; un Fiat 600 de los años '70, al que le colgaba del retrovisor un rosario y una banderita argentina, y varias piezas más, una mejor que la otra.

 

En el centro de la Estación, autos clásicos por doquier; la recordada Volkswagen del cacao El Quillá y las históricas camionetas "repartidoras" de la Cervecería. A la izquierda del lugar, en el extremo, un coche fúnebre (sí, como se lee), un Ford Firelane del '73, de soberbio negro luto: hasta quien daba el último viaje de la muerte tenía cabida en la exposición. Se veían en ese sector Peugeot's de otras épocas y claro, no podía faltar: un "Toro" (Torino), el gran auto argentino. 

 

De lo antiguo a lo clásico

 

Pablo Crespo es el propietario de una Coupé Dodge GTX 1970, con un "motorazo" V8. Se vino desde la localidad de San Guillermo para mostrar su joya de cuatro ruedas. El capó estaba abierto; aunque apagado, el motor parecía rugir en silencio. Lo compró en 2011, y le llevó siete años restaurarla: se desmanteló desde el último bulón y se arrancó de cero, toda a nueva y con piezas originales. "Es la más linda...", dice, con las "babas fierreras" cayendo por la comisura de sus labios. La usa sólo para exhibiciones nacionales.

 

Motos de principios del siglo XX y al fondo, la clásica "Zanelitta" de los años ´90.Foto: Flavio Raina

 

"El mío es un auto clásico. Y hay una distinción con aquellos clasificados como antiguos. En esta diferenciación tienen que ver la antigüedad (el modelo y año de fabricación), el estado y el mantenimiento. El clásico es de los años '60 u '70, y lo podés 'tirar' a la ruta. Yo para esta ocasión me vine manejando la coupé desde San Guillermo; en cambio, con los coches antiguos sus propietarios deben contar con otra logística: por ejemplo, tener un carretón especial para moverlos", explica Crespo.

 

La memoria emotiva

 

Claudia de Banchio posa orgullosa delante del Torino de color marrón. Se vino con su marido (titular del vehículo) desde San Martín de las Escobas. El "Toro" fue adquirido hace unos cuantos años pero la restauración llevó tiempo: "Es un proceso lento; por la parte económica, pues no es barato hacerlo, y además un restaurador no te agarra un auto así y te lo deja listo de un día para el otro", dice.

 

 

 

 

Lo trajeron manejando hasta la ciudad capital a 85-90 kilómetros por hora. Todas las piezas, originales. "Fijate, el tablero quedó impecable. Le sugerí a mi marido ponerle un aire acondicionado, por el calor. '¡Pero no, que se ve feo desde adentro!', fue la respuesta"; bromea Claudia.

 

Luego cuenta algo curioso: "La gente se acerca, se saca fotos y me dice: '¡Ay, mi abuelo y mi papá tenían un Torino así!'. '¡Nosotros lo usábamos para irnos de vacaciones a Córdoba!'. Quienes vienen activan esos recuerdos, esa memoria emotiva que está ahí, siempre. Y es muy lindo: es algo que le queda a las personas. Y de yapa se saca una fotito de recuerdo dentro del auto".

 

Réplica como terapia

 

Gustavo Vafré, rafaelino, es otro fierrero pasional. Junto a su amigo Damián Racca construyeron una réplica de un Alfa Romeo modelo CycleCar de los años '30, un auto chiquito y de carrera. "Picante, picante": una maravilla. El hombre saca una carpeta con fotos impresas, copias de manuales, todo prolijamente archivado.

 

Ese modelo de auto nace en Inglaterra. Corría la Gran Crisis de 1930, y los británicos armaban autos con partes de motos. Como eran autos muy livianos, los empezaron a usar para correr carreras. La réplica de los rafaelinos tiene dos metros y medio de largo por un metro diez de ancho.

 

La réplica del Alfa Romeo CycleCar de los años ´30, creada por dos fanáticos de Rafaela.Foto: Flavio Raina

 

 

"En 2017, tomamos los viejos reglamentos para hacer esta réplica a escala: tardamos tres años. Compramos el motor y las ruedas, pero el resto está totalmente hecho por nosotros: lo dibujamos, hicimos el chasis y la estructura de la carrocería de cero, el volante, la dirección, la butaca", narra. 

 

"Y arranca piola, ¿eh?", alardea Gustavo con su orgullo pistero. "En Rafaela lo tiramos en el Autódromo, y 'caminó' a 95 kilómetros por hora". Y no salió caro hacer esa réplica: "Sólo que demandó mucho trabajo, mano de obra: horas hombre laburando. Claro, lo hicimos con muchas ganas. Esto es pasión pura", enfatiza Vafré.

 

Con la pandemia, ambos empezaron a hacer una réplica del mismo modelo de auto pero biplaza (para dos personas). "Ya va bien avanzado. Empezamos a hacerla con Damián en pleno confinamiento. Fue mi cable a tierra, una terapia, porque de lo contrario me volvía loco. Uno ya se pone grande, los hijos hacen su vida, parten del nido como quien dice, y la cabeza te hace click: 'Ahora es mi momento'. Y te ponés a hacer lo que más te gusta. Las dos réplicas son como haber cumplido el sueño del pibe", se sincera Gustavo.

 

"Mirá, yo que viajo seguido te puedo asegurar que esta exposición en Santa Fe está en otro nivel en comparación con otras provincias. La calidad de los autos es increíble. Y la gente que viene quizás no sabe de coches o no se interesa mucho, pero igual viene porque se ven cosas muy lindas", elogia el sanguillermino Pablo Crespo.

 

La gente seguía entrando a curiosear. "¡Fuaa! ¡Qué lindo auto!", exclama un niño de la mano de su papá, y le pide que le saque una foto. El encanto de lo retro, que no es más que el testimonio de otras épocas (en medio de una modernidad en la que todo pasa demasiado rápido), invita a detenerse, a contemplar con atención y con todos los sentidos predispuestos.

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