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Miércoles 02.03.2022 - Última actualización - 8:17
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Memorias de Santa Fe

El espectacular recibimiento santafesino al buque escuela fragata Sarmiento en 1932

 Crédito: Archivo El Litoral
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Memorias de Santa Fe El espectacular recibimiento santafesino al buque escuela fragata Sarmiento en 1932

Corrían los años ´30 y los santafesinos recibían a la fragata Sarmiento. Desde la cabecera del dique 1 en el puerto, hoy en día socavada en sus cimientos, las crónicas del diario El Litoral hablan de un gran entusiasmo y aglomeración de santafesinos, viendo desfilar la fragata, deseosos de conocerla.


 

Fueron 4.000 santafesinos los que vieron llegar la fragata a nuestra ciudad y resignificaron aquello de “ciudad cordial”. Esta muestra de popularidad fue motivo suficiente para que se realice un desfile militar por calle San Martín hacia plaza de Mayo de oficiales y guardia-marinas. Los uniformes oscuros de invierno hicieron frente al sol santafesino.

 

Foto: Archivo El Litoral

 

El Automóvil Club Santa Fe dispuso de 60 coches para que los visitantes pudieran moverse en la ciudad y recorrerla. Tras una breve visita a la Cervecería Santa Fe, se dirigieron por Avenida General Paz hacia villa Guadalupe para asistir al lunch organizado por el MInistro de hacienda provincial A. Casanello. Finalmente el recibimiento terminó con una noche de gala en la Casa de Gobierno.

 

 

Tres días después, soltaron las amarras de proa de la Fragata y el remolcador “Freyre” empezó a tirarla, separándose del muelle a los gritos de “adiós” y hurras de la muchedumbre desde el dique 1 y Alto Verde.

 

Foto: Archivo El Litoral

 

El golpe cívico militar de 1930 tuvo, como un espiral dentro de su propia historia, en las elecciones de noviembre de 1931, el final de una etapa y el comienzo de otra. Fueron comicios celebrados con una Unión Cívica Radical proscrita, marcando el inicio del mandato presidencial de Agustín P. Justo apoyado por la alianza política denominada la Concordancia. Fueron años de manipulación electoral bajo el conocido “fraude patriótico”. Pero sobre todo, fueron años de violencia política sistemática respaldada institucionalmente por la Acordada del 10 de septiembre de 1930, en donde la Corte Suprema de Justicia Nacional convalidó el golpe de Estado.

 

 

El actor militar emergió como arbitro o guardián, con una orientación ideológica nacionalista y de corte antiliberal, que se caracterizaba por su oposición frente a los gobiernos democráticos, acusados de no ser capaces de garantizar la seguridad, la dignidad y el poder nacional, neutralizando los conflictos sociales.

 

Foto: Archivo El Litoral

 

La Concordancia tenía en su interior una construcción política que consolidaba el bloque de poder liderado por Justo. Con el que controlará el estado nacional y la mayoría de las provincias a lo largo de la década del ´30. Esta alianza política congregaba a fuerzas muy diferentes, como los distintos partidos conservadores provinciales (por entonces ya reunidos en el Partido Demócrata Nacional), el antipersonalismo radical (enfrentado al liderazgo de Yrigoyen) y el Socialismo Independiente. El antipersonalismo tenía su principal fuerza en el litoral, especialmente en Santa Fe y Entre Ríos.

 

 

La visita de la fragata Sarmiento en enero de 1932, por un lado, es fiel reflejo de ese efervescente pacto recíproco cívico-militar pero, por otro lado, una muestra de las redes del poder entre Nación y provincia. En estos años estuvieron envueltas en la Concordancia que tenía como referente local al antipersonalista y elegido gobernador en 1937, Manuel María de Iriondo. Sin embargo, en Santa Fe, con las elecciones de 1931, había llegado a la gobernación Luciano Molinas, opositor a la Concordancia y miembro de la Alianza Demócrata Socialista. 

 

Pero como expresa el historiador Dario Macor, la importancia del distrito santafesino en los ´30 no reside exclusivamente en su representación cuantitativa en el Congreso nacional, sino también, y fundamentalmente, porque es uno de los principales distritos del antipersonalismo, pieza clave en el delicado equilibrio de la coalición liderada por Justo.

 

Foto: Archivo El Litoral

 

La historia del buque escuela

 

 

Hacia fines del siglo XIX, la Marina de Guerra argentina comenzó a fijar su organización en base tres aspectos fundamentales: la adquisición de medios navales con su correspondientes arsenales y talleres de reparación, la constitución de la orgánica y de los escalafones, y la formación de las tripulaciones. En esta dualidad entre la tradición y la modernidad, entre la vela y el motor, se construyó el buque escuela fragata Presidente Sarmiento. Navegaba principalmente a vela, aunque podía servirse de sus máquinas a vapor para maniobras auxiliares, siendo la única unidad de la Armada Argentina con esas características, cuando la navegación a vela comenzaba a disminuir.

 

Así, en 1893, se elevó al Jefe del Estado Mayor General de Marina el proyecto para la construcción de un nuevo buque escuela. Contaría con velas y máquina auxiliar, y estaría dotado de todos los detalles necesarios para la enseñanza práctica en puerto y mar. Tras un exhaustivo período de análisis se concluyó que la construcción de la nueva unidad quedaría a cargo del astillero británico “Laird Brothers”, en Birkenhead . El viaje inaugural, con una duración de 20 meses, fue el más largo de su historia. En aquella ocasión recorrió 48.500 millas náuticas (más de la mitad de ellas a vela) tocando 71 puertos de Sudamérica, Asia, Oceanía, África, Europa, América del Norte, Centroamérica y el Caribe. Las crónicas de sus viajes, durante los primeros años de navegación, tienen una fuerte impronta eurocéntrica, es decir, una comprensión del mundo europea apoyada en la idea del progreso humano infinito y el darwinismo spenceriano en lo que atañe al control social. Sus travesías alrededor del mundo se extendieron hasta 1938.

 

El historiador Agustín Desiderato a través de memorias y relatos de navegación, elaborados por tripulantes de diferente rango y condición, así como algunos artículos de revistas y boletines de la época. Desiderato busca comprender algunos de los rasgos identitarios que definían al oficial naval argentino a comienzos del siglo XX.

 

Foto: Archivo El Litoral

 

Por aquellos años el discurso social que predominaba en la Armada Argentina era el de lucha contra el mar, allí el individuo se convertía en marino. Adquiere experiencia y conocimientos náuticos que lo distinguían del resto de la sociedad. Obtenía el respeto de sus compañeros, ganaba el reconocimiento de sus superiores y se incorporaba al entramado social de la embarcación.

 

 

Durante esos años se habían producido grandes cambios en las fuerzas navales, producto de un doble proceso de militarización e innovación tecnológica. Desde entonces, fue necesario un nuevo tipo de oficial, con una capacitación científica avanzada y una educación más amplia, para operar el moderno y complejo equipamiento de los buques de guerra.

 

Los viajes de instrucción a bordo del buque escuela escuela no significaron simples desplazamientos y traslados entre puertos para cumplir con un estricto itinerario de visitas oficiales y escalas de reaprovisionamiento; por el contrario, fueron también el espacio donde un conjunto de individuos experimentó una serie de transformaciones, producto del tiempo embarcado y las particularidades de la vida en el mar.

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