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Lunes 21.06.2021 - Última actualización - 12.07.2021 - 20:24
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Especial Santa Fe 360

Ser norte y oeste, la cruz que carga el barrio San Agustín

Ese sector de la ciudad existe hace 40 años, cuando también nacía en la ciudad el Mercado de Productores de Frutas y Verduras. Desde entonces solo creció en número de habitantes. El progreso es lento y pasa inadvertido. 

Lento como la tortuga. Así definen los vecinos el avance que tuvo el barrio desde su creación. ¿La explicación? Ser norte y oeste al mismo tiempo. Reclaman agua, luz en las calles y seguridad. Crédito: Juan VíttoriLento como la tortuga. Así definen los vecinos el avance que tuvo el barrio desde su creación. ¿La explicación? Ser norte y oeste al mismo tiempo. Reclaman agua, luz en las calles y seguridad.
Crédito: Juan Víttori

Lento como la tortuga. Así definen los vecinos el avance que tuvo el barrio desde su creación. ¿La explicación? Ser norte y oeste al mismo tiempo. Reclaman agua, luz en las calles y seguridad. Crédito: Juan Víttori

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Especial Santa Fe 360 Ser norte y oeste, la cruz que carga el barrio San Agustín Ese sector de la ciudad existe hace 40 años, cuando también nacía en la ciudad el Mercado de Productores de Frutas y Verduras. Desde entonces solo creció en número de habitantes. El progreso es lento y pasa inadvertido.  Ese sector de la ciudad existe hace 40 años, cuando también nacía en la ciudad el Mercado de Productores de Frutas y Verduras. Desde entonces solo creció en número de habitantes. El progreso es lento y pasa inadvertido. 

 

San Agustín. Así se llama el barrio de la ciudad que más al norte y al oeste se ubica en la capital provincial. Queda frente al Mercado Concentrador de Productores de Frutas y Verduras y se puede llegar a él de dos maneras: por la avenida Teniente Loza, hasta su culminación, o por la Circunvalación Oeste.

 

San Agustín se divide en 1 y 2. Aunque su gente remarca que son barrios diferentes, lo cierto es que ambas jurisdicciones cargan con lo mismo: son norte y oeste, son postergación y abandono.

 

 

Soledad Sánchez preside la vecinal San Agustín II desde noviembre de 2019. Llegó con muchísimo entusiasmo, con muchas cosas por querer gestionar. Pero la pandemia truncó todo y convirtió esos deseos en un compromiso debido al aumento de las necesidades de la gente. "Mucho no se puede hacer si no hay acompañamiento por parte de las autoridades", dice.

 

Agua, luz y una larga lista de problemas

 

El lavado de manos es una de las principales medidas que anuncian las autoridades cuando hablan de prevención del coronavirus. Sin embargo, en esta barriada el acceso al agua de red es una utopía.

 

"Manos limpias, lavado frecuente de manos… ¿Cómo hacés en una zona donde no tenés agua potable? Acá hay un abandono de los Estados municipal y provincial tremendo en todos los sentidos. Lo último que se hizo fue el cableado de la EPE en 2007 y la regularización dominial de terrenos, además de obras encaradas por el Padre Axel pero por fuera de la responsabilidad del gobierno", señala Soledad Sánchez. Y agrega: "La gente se enoja con nosotros porque cree que no hacemos nada, y de verdad que ya tengo un cajón lleno de notas presentadas".

 

 

Otros de los problemas que tiene la jurisdicción es el transporte público. Por razones de inseguridad y estado de las calles, sólo llega hasta la avenida Teniente Loza, en jurisdicción de San Agustín I. Es decir que hay vecinos que tienen que caminar 15 cuadras para poder acceder a la única línea que "llega" a la zona", la 15.

 

"Es cierto que San Agustín es un barrio catalogado de inseguro. No somos ajenos a este problema, pero también, y te diría que la mayoría, es gente trabajadora. Muchas enfermeras, albañiles de la construcción que se levantan a las 5 de la mañana para ir a trabajar. Honestamente acá no se vive, se sobrevive. Pero te vas adaptando, qué sé yo...", termina la vecinalista.

 

El querido padre Axel

 

Una luz de esperanza llegó al barrio en 2018 con la llegada del padre Axel Arguinchona a la popular barriada. "Los problemas sociales se han ido incrementando. La pobreza se incrementó. Hay mucha gente que se ha quedado sin trabajo, mucha gente que ha perdido también lo que se llama el trabajo informal, que son las famosas changas… Yo lo sé por la cantidad de gente que se acerca a Cáritas y a los comedores", cuenta el padre.

 

Consultado sobre los cambios que tuvo el barrio desde sus orígenes, o sea hace unos 40 años y coincidentemente con la instalación del mercado, Axel remarca los problemas de inseguridad. Y no es para menos. No hace mucho tiempo una religiosa de su parroquia sufrió un asalto y golpiza que fue noticia local.

 

En el barrio desde 2018. El padre Axel es la figura más querida en el barrio. Todos destacan su trabajo y mejoras en la escuela Santa Mónica. Foto: Juan Víttori

 

"La comisaría de la cual dependemos está en Cabaña Leiva. No tenemos aquí dentro del barrio un destacamento policial. Solamente hay una unidad de la policía para presentar denuncias, pero no dependencia con rango de comisaría o subcomisaría", dice.

 

Otra de las preguntas al sacerdote fue, ¿cómo es ser párroco de San Agustín, de un barrio con tantas necesidades? Y su respuesta fue: "Hace 35 años que tengo la gracia de Dios de poder estar en los barrios y realmente siempre he dicho que lo que uno le puede dar a los más necesitados es muy inferior a lo que ellos me han dado a mi en todo este tiempo de sacerdote. San Agustín es indudablemente, como se lo dije la vez pasada a mucha gente, un regalo que no merezco. ¿Qué quiero decir con esto? Quiero decir que es un regalo para mí lleno de luz, lleno de paz, de gente divina, maravillosa, con la cual uno puede compartir y estar todos los días; por eso para mí hoy San Agustín es indudablemente el lugar donde Dios quiere que esté".

 

"Manos limpias, lavado frecuente de manos… ¿Cómo hacés en una pandemia en una zona donde no tenés agua potable? Acá hay un abandono de los Estados municipal y provincial en todos los sentidos",

Soledad Sánchez, vecinalista.

 

Foto: Juan Víttori

 

"Vivo en San Agustín hace 40 años. El mayor progreso que evidencio es que antes vivíamos en casas de chapa y ahora de material. El barrio mejoró gracias al esfuerzo de la gente trabajadora".

María, vecina.

 

Foto: Juan Víttori

 

Aprender,  el mejor legado

La Escuela N° 1.234 "Profesor Luis Ravera" comenzó a funcionar en 1975 en un obrador, con muy pocos alumnos y gracias a un reducido grupo de maestras y padres que trabajaban ad honorem cocinando y haciendo de porteros. Con el tiempo, se levantó el edificio actual y poco a poco se fueron construyendo más aulas. Hoy su matrícula incluye a más de 850 alumnos que llegan desde el mismo barrio y otros de la zona. No es la única. También están las escuelas Santa Mónica, San Luis Gonzaga y una de Educación Técnica. Por la pandemia hoy su interior está sin alumnos.

 

Foto: Juan Víttori

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