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Jueves 05.08.2021 - Última actualización - 13.08.2021 - 14:16
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Miradas y análisis

Los líderes sudamericanos atrapados en sus laberintos

Mariano Franschini y Santiago García, licenciados en Ciencia Política de la UBA, examinan en un libro editado recientemente por Prometeo la forma en que ejercen el poder los presidentes de América del Sur en el siglo XXI. A través de la enumeración de los recursos desplegados por mandatarios muy diferentes desde lo ideológico, se pone en evidencia la complejidad de gobernar en un escenario de alta inestabilidad.

¿Por qué algunos presidentes sudamericanos logran reelegirse y otros no culminan sus mandatos en un contexto de similar inestabilidad? Este y otros interrogantes se plantean en el libro. Crédito: Gentileza Prometeo Libros¿Por qué algunos presidentes sudamericanos logran reelegirse y otros no culminan sus mandatos en un contexto de similar inestabilidad? Este y otros interrogantes se plantean en el libro.
Crédito: Gentileza Prometeo Libros

¿Por qué algunos presidentes sudamericanos logran reelegirse y otros no culminan sus mandatos en un contexto de similar inestabilidad? Este y otros interrogantes se plantean en el libro. Crédito: Gentileza Prometeo Libros

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Miradas y análisis Los líderes sudamericanos atrapados en sus laberintos Mariano Franschini y Santiago García, licenciados en Ciencia Política de la UBA, examinan en un libro editado recientemente por Prometeo la forma en que ejercen el poder los presidentes de América del Sur en el siglo XXI. A través de la enumeración de los recursos desplegados por mandatarios muy diferentes desde lo ideológico, se pone en evidencia la complejidad de gobernar en un escenario de alta inestabilidad.   Mariano Franschini y Santiago García, licenciados en Ciencia Política de la UBA, examinan en un libro editado recientemente por Prometeo la forma en que ejercen el poder los presidentes de América del Sur en el siglo XXI. A través de la enumeración de los recursos desplegados por mandatarios muy diferentes desde lo ideológico, se pone en evidencia la complejidad de gobernar en un escenario de alta inestabilidad.

 

Más allá de las diferentes concepciones que puedan tener del mundo en el que se mueven, hay algo que los líderes políticos sudamericanos de este siglo tienen en común: deben gobernar en un marco de profunda inestabilidad. Parados de frente a esa característica de esta porción del continente, Mariano Franschini y Santiago García (ambos licenciados en Ciencia Política en la UBA) realizaron la correspondiente compilación de los materiales del libro “Liderazgos en su laberinto: Cómo ejercen el poder los presidentes sudamericanos del siglo XXI”, que editó Prometeo. 

 

Guiados por una serie de interrogantes aplicables a prácticamente la totalidad de los presidentes de Sudamérica de las últimas décadas, Fraschini y García intentan establecer hipótesis que permitan explicar cómo se gobiernan las democracias presidencialistas en la región. Y cuales son los recursos de poder que un mandatario puede generar durante su gobierno para lograr, al menos, cierto nivel estabilidad política. Asociado a esto, apuntan a explicar por qué algunos presidentes logran reelegirse mientras otros no culminan sus mandatos y cual es el grado de fragilidad de las instituciones  democráticas en la región. 

 

Mariano Fraschini. Foto: Gentileza del autor

 

Para saltear cualquier perspicacia ideológica, se incluyen en las páginas liderazgos tan diferentes como los que ejercieron o ejercen Hugo Chávez, Jair Bolsonaro, Lula da Silva, Evo Morales, Dilma Rousseff, Rafael Correa, Mauricio Macri, Nicolás Maduro, Cristina Fernández de Kirchner y Lenín Moreno. “Queríamos dar cuenta de lo complejo que es gobernar en Sudamérica. Muchas veces los liderazgos presidenciales se encuentran en un laberinto del cual no pueden salir. Y eso implica lo que nosotros llamamos inestabilidad presidencial, que llega inclusive a la caída del presidente, sin que esto implique la caída del régimen democrático, que continúa, a veces con alfileres”, explicó Fraschini en una entrevista concedida a este medio para brincar pormenores de la publicación.

 

 

Una metáfora potente

 

-La figura del laberinto se adapta bien a lo que ustedes quieren graficar. Los sudamericanos son países muy diferentes, con sus particularidades, que en ese aspecto de los liderazgos son bastante similares.

 

-Con excepción de Uruguay y, en menor medida, Chile, se trata de lo que nosotros denominamos en el libro democracias presidencialistas de baja institucionalización. Donde la institucionalización no ha terminado o mantiene aún dinámicas donde la labilidad de las reglas es manifiesta. No estoy diciendo que esto sea algo negativo per se. Tampoco que porque haya una baja institucionalización no sean democracias, ni que hasta que no lleguemos a una alta institucionalización no van a ser democracias consolidadas. Estoy muy lejos de decir eso. Lo que digo es que el tipo de democracia que se da en Sudamérica, por cuestiones culturales, históricas y por la dinámica de los propios partidos políticos es de esta característica. Y esto no lo cambió nadie, ni los que ganaron por izquierda, ni los que ganaron por derecha, ni los que ganaron por el centro. Es una forma de gobernar. Este escenario puede dar lugar a presidentes inestables que no logran culminar sus mandatos, pero asimismo, da lugar también a presidentes que se reeligen, en algunos casos más de una vez. El escenario institucional es el mismo, la variable que cambia es el presidente, que es débil o fuerte. Hablamos de laberinto porque ese escenario, cuando el líder no cuenta con los recursos de poder necesarios para estabilizar tu presidencia, lo que tiene del otro lado es una posible caída. 

 

Jair Bolsonaro. Foto: XINHUA

 

La variable económica

 

 

-Casi todos los países en que se producen estos fenómenos hay una inestabilidad también en la economía. ¿Esa variable incide también?

 

-En nuestro marco teórico, todo lo que tiene que ver con la dinámica socioeconómica, obviamente impacta sobre la dinámica política. Pero no es la variable explicativa de cada fenómeno. De ser así, sería inexplicable que Nicolás Maduro continúe en el poder en Venezuela. Tiene la peor economía de la región, por lejos, una situación social caótica que parece la de un estado en guerra. Es un país hostigado por todos lados, desde los países de la región con Colombia a la cabeza hasta Estados Unidos y la Unión Europea. Sin embargo, Maduro sigue en el poder. Si nos atenemos sólo a las variables económicas, no se puede explicar. Otro caso es el de Fernando Lugo en Paraguay. Cuando cayó, en 2012, la economía de ese país crecía como no lo había hecho nunca en su historia. Es claro que la economía influye, pero no es determinante. Lo que es determinante, según nuestra concepción, son los recursos de poder con los que cuenta un presidente. Es decir, para Nicolás Maduro, es más importante que la economía el apoyo de las Fuerzas Armadas, de una corriente de opinión movilizada que es el pueblo chavista y las alianzas geoestratégicas con Rusia  y China.

 

Iván Duque. Foto: Archivo / DPA

 

El influjo de la pandemia

 

 

-¿De qué manera te parece que incidió la pandemia en la caracterización de esos liderazgos? ¿Los consolidó o los puso en crisis?

 

-Hay de todo. En los casos de Iván Duque, de Sebastián Piñera y de Lenín Moreno, si se los observa a finales de 2019, daba la sensación de que iban en camino a robustecer la lista de presidentes inestables. La pandemia, en un primer momento, evitó la continuidad de las movilizaciones que los ponían en jaque. Entonces, la pandemia sirvió para que esos gobiernos lograsen, al menos, no caer en la inestabilidad. No diría estabilizarse, porque ninguno de los tres lo está del todo. A otros presidentes, la pandemia les generó dificultades en su tarea. Por ejemplo a Alberto Fernández y a Luis Lacalle Pou. Depende mucho de cómo venían antes. A los que venían mal, la pandemia los levantó un poco, en cambio a los que venían muy bien, los bajó.

 

Pedro Castillo.Foto: Archivo El Litoral

 

Un mandatario enigmático

 

 

-¿Qué visión tenés de un líder como Pedro Castillo en Perú y cómo creés que se va a acomodar esa nueva ficha en el actual tablero de Sudamérica?

 

-El liderazgo de Castillo es enigmático. Uno no sabe para donde va a disparar, para decirlo poco académicamente. Pero, si tengo que ser coherente con mi marco teórico, miraría primero los recursos de poder que tiene Castillo y que tiene un presidente peruano. La Constitución peruana pone al presidente en una situación de mucha debilidad. La región sudamericana es muy homogénea, sin embargo, constitucionalmente hay presidentes que tienen más poderes. No es el caso de Perú. Paradójicamente, la Constitución de 1993, que reformó Alberto Fujimori, no le otorga tantos poderes al presidente. Le da poder en algunos ámbitos, pero lo debilita en otros. Entonces, creo que el recurso de poder más importante que tiene Castillo es el apoyo popular ciudadano. Es decir, la capacidad de movilización para reformar la Constitución, como hicieron Hugo Chávez y Álvaro Uribe, para lograr, primero, tener una mayoría legislativa a favor y aguas calmas en sus primeros años de mandato. Y va a tener que desmontar -o no, porque ahí está el enigma- el modelo neoliberal vigente en Perú desde hace tres décadas. Todavía es un enigma, no sabemos para qué lado va a ir. Da la sensación de que, para los sectores progresistas, el triunfo de Castillo es un punto a favor. 

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