Todavía no se han podido medir las consecuencias de la decisión que el jueves adoptó el gobierno santafesino, que dispuso desechar todo cuando vio peligrar solo una parte de los pliegos que había enviado para que haya diez jueces más en Santa Fe. Además de que se pierde el complejo proceso para cubrir las vacantes en tribunales, y ahora en esa decena de juzgados se vuelve a foja cero, se ha roto una suerte de norma institucional que proviene de otras leyes anteriores, las que rigen los buenos modales. ¿En la división republicana de poderes, para qué siempre los legisladores le plantean al gobierno que retire tal o cual pliego antes de que sea rechazado? Sin dudas para evitarle al candidato (o la candidata) el mal trago de un no a cargo de una mayoría parlamentaria. No tiene sentido hacerles pasar un momento oprobioso. Unas horas después de la decisión del gobernador de hacer caer todo el envío y que paguen justos por pecadores, un asesor muy observador reflexionaba: "Con este antecedente de que el dueño de la pelota (el Ejecutivo que tiene la facultad de enviar los pliegos) se la lleva cuando el partido (la suerte de los candidatos en la Asamblea) no sale como esperaba y da por terminado el juego... ¿la próxima vez, qué va a pasar? ¿Se le va a sugerir al gobernador que retire un pliego antes de que sea rechazado? Ahora, los legisladores lo van a pensar dos veces, porque eso significará poner en riesgo a todos los postulantes".
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